‘Cangrejos en el litoral’ es mucho más que un conjunto escultórico; es una obra maestra que va más allá de su imponente presencia. Formado por dos grandes cangrejos, macho y hembra, este proyecto artístico realizado con material reciclado, principalmente hierro y acero inoxidable, tiene como objetivo instalarse en una zona rocosa en la cara Norte de la muralla del Faro. Allí las subidas y bajadas y la climatología texturizarán, afectarán, al conjunto escultórico como inciden sobre todo ser vivo.
Esta iniciativa es la continuación de la serie de creaciones conocida como ‘Habitantes del corral’, ideada por Alfredo Zarazaga en 2008. Desde entonces, su propósito ha sido llamar a la concienciación sobre el futuro del medio marino.
Estas piezas destacan por su profundo mensaje medioambiental y su capacidad para hacer una crítica contemporánea sobre la importancia de preservar nuestro entorno natural, especialmente la fauna marina.
Inspiradas en los cangrejos autóctonos de la zona, estas esculturas han requerido un año de trabajo y el uso de 4.300 kilos de hierro reciclado para lograr un diseño perfecto de los Eriphia Verrucosa.
Miles de personas se han fotografiado ante estas gigantescas esculturas, convirtiéndose en el centro de atención popular para chipioneros y visitantes por igual. Su presencia no solo embellece el entorno costero, sino que también invita a reflexionar sobre la importancia de cuidar y proteger nuestra biodiversidad marina.
Con motivo del Día Internacional del pueblo gitano, y por petición de la plataforma por lo derechos del Pueblo Gitano de España he realizado esta pieza denominada «Gelem gelem». A partir de puntillas extraídas de haber quemado palets en la chimenea, que han viajado tanto, desde un puerto de China a un almacén de San Francisco, de aquí para allá, aguantando inclemencias del tiempo, el peso de la carga, los vaivenes de esos viajes y terminar quemadas como último fin de su existencia; se me figura un material sufrido y errante, se podría decir «flamencologamente» hablando como una soleá por derecho.
La idea de que la suma de las unidades hacen un todo también se ve reflejado en esta obra, soldando puntilla a puntilla, cada una en su movimiento, hablando de su trayectoria, uniéndose con otras y creando una forma de vivir, una forma de sentir.
Partiendo de esas premisas como inicio de una idea o concepto, el material aporta parte de la historia contada en la obra. Una silla vacía se me figura la ausencia de alguien, alguien se levantó o alguien se sentará. Una cultura como la del Pueblo Gitano, que ha rodado y sufrido tanto, que ha dado tanto y lo que dará, que tiene su asiento generado por la suma de los que fueron y los que serán. .
Materiales: puntillas y madera de sapelly.
Medidas: 46x40x40
En tiempos de distanciamiento, emergió esta escultura como un susurro de esperanza, un anhelo materializado en hierro, acero inoxidable y madera de olivo. Dos figuras entrelazadas en un abrazo eterno, capturando la esencia de lo que tanto anhelábamos en tiempos de aislamiento: el contacto humano, la conexión.
Creada en plena pandemia, cuando las restricciones nos impedían abrazarnos, «Lo necesitaba…» cobra un significado aún más profundo. Es un recordatorio tangible de la importancia de la cercanía, del consuelo que encontramos en los brazos de quienes amamos.
Esta escultura no solo representa dos cuerpos unidos, sino también almas que se entienden y se reconfortan mutuamente. Es un tributo a la resiliencia del espíritu humano, que encuentra formas de expresar amor y solidaridad incluso en los momentos más difíciles.
«Lo necesitaba…» invita a reflexionar sobre la belleza y el poder de la conexión humana, recordándonos que, incluso en la distancia física, nuestro deseo innato de abrazarnos y estar juntos persiste.
Materiales: Acero inoxidable, hierro y madera de olivo.
Comentario del autor:
Se habla en esta obra de un hogar no físico, sino del que se crea entre las personas que se aman, que es mucho más que lo que delimitan los ladrillos.
En esta obra se presenta una escena que evoca una profunda reflexión sobre el concepto de hogar y pertenencia.
«Tirando de vivencias» nos invita a reflexionar sobre la naturaleza efímera de las vivencias y la importancia de las experiencias compartidas.
Representa el viaje emocional y físico que cada uno de nosotros emprende en la búsqueda una identidad, así como la carga de recuerdos y emociones que llevamos con nosotros en este viaje.
Materiales: Acero inoxidable y madera de caoba.
Comentario del autor:
“Se refleja la no velocidad del día a día al contemplar”
En esta escultura se representa la idea de perseverancia y determinación en medio de los desafíos y obstáculos que encontramos en nuestro camino.
La figura esculpida en esta obra se muestra avanzando con paso firme y seguro, con la cabeza alta y el temple necesario para enfrentar cualquier desafío que se presente. La escultura nos recuerda que, en los momentos de mayor dificultad, es crucial mantener la vista en el horizonte y seguir adelante con determinación.
Materiales: Restos de cortes de perfiles de hierro y escalones reciclados de madera de sapelly.
Medidas: 104 x 53 x 53 cm.
La escultura «Consenso» surge como un símbolo de unión y colaboración, con el propósito de fomentar el diálogo y el debate en pro del bien común. Al finalizar esta obra, quedó claro que su destino era ocupar un lugar en el centro de la discusión, un punto de encuentro donde las diferentes voces pudieran ser escuchadas y donde las soluciones para la comunidad pudieran ser forjadas.
Por ello, «Consenso» encuentra su hogar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Chipiona, donde se reúnen los representantes de la ciudadanía para deliberar sobre los asuntos que afectan a la comunidad. En este espacio de debate y propuestas, la escultura sirve como recordatorio constante de la importancia de trabajar juntos en busca de soluciones que beneficien a todos.
Materiales: Acero inoxidable y madera de caoba vieja.
La escultura «Caminando» nos invita a reflexionar sobre la travesía de la vida, donde cada paso que damos nos lleva a un nuevo descubrimiento y nos ayuda a forjar nuestro propio camino. Observar este espacio sin dirección ni camino es como contemplar el lienzo en blanco de nuestras vidas, lleno de posibilidades y oportunidades esperando ser exploradas.
Cada paso que damos, ya sea instintivo o meditado, nos acerca un poco más a la comprensión de quiénes somos y hacia dónde queremos ir. Es un recordatorio de que el viaje es tan importante como el destino, y que cada experiencia nos enriquece y nos hace crecer como individuos.
Medidas: 41×25.5×17 cm.
Materiales: Acero inoxidable y madera de sapelly
Desde el inicio, este proyecto ha sido una experiencia gratificante. Paloma y Nilo me brindaron la oportunidad de intervenir en un espacio de su hogar, y la idea de un personaje ascendiendo por una escalera que culmina en una puerta surgió casi de manera instantánea. ¿Y qué lugar mejor para ello que el hueco de una escalera?
Una escalera paralela que conduce a una puerta misteriosa: el personaje sube con optimismo y determinación, paso a paso, llevando consigo una carpeta repleta de bocetos e ideas. Cada peldaño es un avance hacia lo desconocido, hacia nuevos horizontes de creatividad y descubrimiento.
«Materiales: Soldadura de acero inoxidable, chapa de hierro, madera de roble tratada con chorro de arena.»
Comentario del autor:
Al danzar junto a tu gente, todos nos hacemos uno, una sola pieza en el vasto lienzo de la existencia. En esta obra, el acero inoxidable y la madera de caoba se entrelazan, fusionándose en una armonía única que trasciende los límites de los materiales. Las manos, aunque no estén representadas físicamente, su presencia se siente en cada curva, en cada línea que fluye con la energía del buen rollo, las buenas vibraciones y el feeling compartido entre cada individuo.
Es como si la esencia de cada persona se fundiera en una sinfonía de colores y formas, creando una experiencia sensorial que va más allá de lo tangible. Cuando todos van a una, cuando cada corazón late al ritmo de la misma melodía, es entonces cuando la magia verdadera sucede, y en ese momento, nos convertimos en una manifestación viviente de la unidad y la conexión humana.
Materiales: Acero inoxidable y madera de caoba vieja.
Comentario del autor:
“Habla del grito del personaje icónico de nuestra literatura española ante la situación que estamos viviendo. Protesta cuatro siglos después de su momento. Ve que no se mejora”.
«El Grito del Quijote» es una obra que invita a la reflexión sobre la condición humana y la búsqueda de la verdad interior. Realizada en 2016 con puntillas recicladas, cable de freno y madera noble, esta pieza artística representa la lucha interna y la angustia del icónico personaje literario, Don Quijote.
La elección de materiales reciclados resalta la idea de transformación y renacimiento, simbolizando la capacidad del ser humano para encontrar belleza y significado incluso en los elementos más simples y ordinarios de la vida. La madera noble aporta una sensación de solidez y atemporalidad, mientras que el cable de freno añade un toque de industrialidad y resistencia.
Recientemente, «El Grito del Quijote» ha sido objeto de una pequeña «intervención», lo que le permite ser expuesta de nuevo. Esta renovación refleja el proceso continuo de crecimiento y evolución tanto del arte como del individuo, destacando la importancia de estar abiertos a nuevas experiencias y perspectivas en nuestro viaje hacia la autodescubrimiento.
Comentario del autor:
Obra realizada en plena Pandemia. Todo se va al garete, y se hace aún más palpable que todo está interconectado. Es coetánea de la Escultura de “Lo Necesitaba”, nos quitaron hasta los abrazos.
Es el momento en el que todos debemos aportar para reconstruir, no solo nuestras estructuras físicas, sino también nuestros valores, nuestras relaciones y nuestro mundo en su conjunto.
«Reconstrucción» nos insta a reconstruir a partir de lo aprendido, a crecer a partir de nuestros errores y a avanzar con determinación hacia un futuro mejor para toda la humanidad. Es un recordatorio de que pertenecemos a un TODO interconectado, y que solo reconstruyéndonos juntos podemos alcanzar la verdadera grandeza.
En esta obra, el acero inoxidable, la chapa de hierro y la madera de olivo se entrelazan como símbolos de nuestra capacidad para crear belleza y significado incluso en medio de la adversidad. Cada material representa una parte de nuestro mundo, desde la resistencia del acero hasta la sensualidad de la madera de olivo, pasando por la fortaleza y la maleabilidad de la chapa de hierro. Juntos, forman una composición que nos recuerda que, aunque nuestras circunstancias puedan ser difíciles, siempre hay espacio para la esperanza y la renovación.
Es hora de reconstruir nuestros enlaces con la naturaleza, de restaurar el equilibrio y la armonía que hemos perdido en nuestra búsqueda implacable del progreso. «Reconstrucción» nos llama a construir una humanidad igualitaria, donde cada individuo tenga la oportunidad de prosperar y contribuir con su mejor versión al mundo que compartimos.
«Reconstrucción» es más que una obra de arte; es un mensaje de esperanza, un llamado a la acción y una invitación a unirnos en un esfuerzo común por reconstruir un mundo mejor. Juntos, podemos hacerlo. Juntos, podemos reconstruir entre todos y para todos.
Caminante se erige como un símbolo de la metamorfosis y la emancipación, una narrativa que transcurre desde la opresión hacia la libertad. Esta obra, cuyo origen se remonta a una garra unida a una reja de ventana, ahora se yergue como una representación poderosa de la resiliencia y el empoderamiento.
Durante un tiempo indefinido, esta garra estuvo confinada en la oscuridad, atrapada en las restricciones impuestas por su entorno. Sin embargo, su historia no se detiene en la sombra; más bien, es el inicio de un relato de superación y autodeterminación.
Ahora liberada de las ataduras que la constreñían, Caminante avanza con firmeza y autonomía, desafiando las limitaciones que alguna vez la mantuvieron prisionera. Su transformación es una declaración audaz de la capacidad innata del espíritu humano para trascender la adversidad y encontrar su verdadera voz en medio de la opresión.
«De donde soy» emerge como un eco de la identidad arraigada en la tierra y en la historia. Esta obra, concebida a partir de retales de alambre de aluminio y madera de iroko, encarna la esencia misma de la conexión con el lugar de origen y la herencia cultural.
Cada fragmento de alambre de aluminio y la pieza de madera de iroko lleva consigo la memoria de su origen: el aluminio, con su brillo metálico, evoca el proceso industrial y tecnológico, mientras que la madera de iroko, con su grano distintivo y su tono cálido, nos transporta a los bosques ancestrales donde creció.
La combinación de estos materiales dispares crea una sinfonía visual de contrastes yuxtapuestos: lo industrial y lo natural, lo urbano y lo rural, lo moderno y lo antiguo. Esta dualidad refleja la complejidad de la identidad humana, formada por una multitud de influencias y experiencias que se entrelazan y se fusionan para dar forma a quienes somos.
«Me voy de aquí» va más allá de ser una simple combinación de materiales; es una expresión palpable de la búsqueda de libertad en medio de la restricción. Cada pieza, elaborada con retales de alambre de aluminio y madera de iroko, cuenta una historia de resistencia.
Los retales de alambre sugieren fragmentación y desintegración, mientras que la madera de iroko representa estabilidad y fortaleza. La forma fluida y los contornos suaves evocan un movimiento hacia adelante, hacia la emancipación.
La obra también puede interpretarse como una metáfora de emigrar, cuando se dejan raíces en la ciudad y se busca un nuevo comienzo. «Me voy de aquí» es un testimonio visual de la lucha interna entre el deseo de libertad y la nostalgia por lo que se deja atrás, una representación de la valentía que implica el acto de partir hacia lo desconocido.
«Y ahora qué?» es mucho más que una simple composición de materiales; es un testimonio vibrante de los tiempos tumultuosos en los que fue creada. Forjada con tornillos y puntillas desechados, que en otro contexto podrían haber sido considerados insignificantes, y combinada con la noble madera de olivo, esta escultura encarna la esencia misma de la transformación y la renovación.
«Una vez que se llega, una vez que un trayecto se realiza, cabe preguntas ¿Y ahora qué? Sintiéndonos conectados a la tierra, simplemente respirar hondo y la respuesta llegará.»
A través de su estructura intrincada yuxtapuesta con materiales aparentemente opuestos, la escultura nos desafía a reflexionar sobre el tejido complejo de nuestras vidas y las conexiones que compartimos como sociedad.
La elección consciente de utilizar tornillos y puntillas desechados como elementos principales no solo resalta la urgencia de abordar la problemática del desperdicio y la sostenibilidad, sino que también sugiere una metáfora poderosa: incluso lo que parece descartable puede ser transformado en algo bello y significativo. La madera de olivo, por otro lado, simboliza la resistencia y la esperanza, recordándonos que siempre hay potencial para el renacimiento, incluso en los momentos más oscuros.
Cada Gordito tallado en madera es más que una simple figura; es un símbolo viviente de la resiliencia y la esperanza que brotan de la adversidad. Surgiendo de una protesta como un acto de creatividad transformadora, estos seres encapsulan el espíritu mismo de la superación y la solidaridad.
Su forma, definida por un movimiento energético continuo, transmite un mensaje de equilibrio y alegría en medio de la lucha y el caos. A pesar de su tamaño compacto, cada Gordito irradia una presencia que trasciende las limitaciones físicas, recordándonos que la verdadera fuerza proviene del interior.
Lo notable de estos seres es que su anatomía no refleja sexo, raza ni estatus social. En su simplicidad, representan la esencia pura del ser humano, liberado de las etiquetas y divisiones que a menudo nos separan. Son un recordatorio elocuente de nuestra unidad fundamental como especie, invitándonos a mirar más allá de las diferencias superficiales y a reconocer nuestra conexión compartida.
«Paseos en la playa y las piedras arrojan sombra que intuyen cosas y continúo el dibujo que a mí se sugiere». Así comienza la historia de «Dibujos en la Arena», una obra que cautiva con su esencia efímera y la belleza encontrada en la costa. Confeccionada con conchas, piedras lisas y arena dorada, estas instantáneas son un tributo a la conexión íntima entre el ser humano y la naturaleza.
Cada elemento de «Dibujos en la Arena» narra una historia única: las conchas susurran antiguas leyendas del mar, las piedras lisas guardan secretos de incontables mareas y la arena, efímera y cambiante, captura la esencia misma del tiempo. Juntos, forman una sinfonía visual que invita al espectador a sumergirse en la experiencia sensorial de la playa: el suave crujido de la arena bajo los pies, el aroma salado del mar y la suave caricia del viento en la piel.
Esta obra es más que una simple representación visual; es un poema tangible que nos recuerda la fugacidad de la vida y la importancia de apreciar cada momento como si fuera una obra de arte efímera trazada en la arena. «Dibujos en la Arena» nos invita a detenernos, a respirar profundamente y a contemplar la belleza del mundo que nos rodea, recordándonos que la verdadera magia reside en los pequeños detalles de la vida.
Representa lo que históricamente es Andalucía. Utilizando una composición celular, con sus mitocondrias, aparato de Golgi etc…, el núcleo de cada célula está representando elementos medio ambientales, históricos, de las artes y por supuesto aparecen elementos de las culturas que han pasado y creado lo que es hoy Andalucía.
Basándome en la memoria celular que es el germen de todo lo creado realizo esta pieza.
En Memoria Andaluza quería reflejar como los pueblos de hoy en día son la suma de las civilizaciones, costumbres y culturas que a lo largo de la historia se asentaron en dicha zona. Esto sumado al clima de cada lugar hace la idiosincrasia de la gente que allí habita.
Realizado con retales de madera de pino, roble y sapelly.
«Paseos en la playa y las piedras arrojan sombra que intuyen cosas y continúo el dibujo que a mí se sugiere». Así comienza la historia de «Dibujos en la Arena», una obra que cautiva con su esencia efímera y la belleza encontrada en la costa. Confeccionada con conchas, piedras lisas y arena dorada, estas instantáneas son un tributo a la conexión íntima entre el ser humano y la naturaleza.
Cada elemento de «Dibujos en la Arena» narra una historia única: las conchas susurran antiguas leyendas del mar, las piedras lisas guardan secretos de incontables mareas y la arena, efímera y cambiante, captura la esencia misma del tiempo. Juntos, forman una sinfonía visual que invita al espectador a sumergirse en la experiencia sensorial de la playa: el suave crujido de la arena bajo los pies, el aroma salado del mar y la suave caricia del viento en la piel.
Esta obra es más que una simple representación visual; es un poema tangible que nos recuerda la fugacidad de la vida y la importancia de apreciar cada momento como si fuera una obra de arte efímera trazada en la arena. «Dibujos en la Arena» nos invita a detenernos, a respirar profundamente y a contemplar la belleza del mundo que nos rodea, recordándonos que la verdadera magia reside en los pequeños detalles de la vida.